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DESEOS DE PAZ por ERNESTO SEPULVEDA

Transcurridos más de 45 días desde el llamado “Estallido social” del 18 de octubre, nuestro país ha vivido las jornadas de movilización mas masivas, desde el triunfo del NO en el plebiscito de 1988. Se han escrito páginas y páginas de sesudos análisis, tratando de explicar lo sucedido. Algunos incluso, sin vergüenza ni pudor, han señalado que el estallido lo habrían advertido hace mucho tiempo.

Sea como fuere, el hecho es que las masivas y pacíficas marchas, de las primeras semanas, han sido opacadas por episodios de violencia y destrucción, nunca antes vista en democracia. El actuar policíaco, sobre exigido por las movilizaciones permanentes y continuas, también ha dado paso, a prácticas represivas con daño grave a las personas. En una discusión sin fin, entre interlocutores que no se escuchan, se han cruzado en estos 45 días, las acusaciones de saqueos y vandalismo, con las acusaciones de graves violaciones de los DDHH por la fuerza pública.

Chile está herido en lo más profundo de su alma. La desconfianza y el descrédito hacia toda figura de autoridad, ha saboteado los intentos de gobierno y parlamento, por resolver la crisis. 

Las acusaciones de traición, están a la orden del día. Sucede con esas añejas figuras concertacionistas, que aparecen en mitad de la tormenta. Ellos advierten que ya lo habían advertido. Que hay que temer, hay que tener cuidado.

Pero también se acusa traición en los nuevos grupos de izquierda que colonizan el parlamento. A la postura de un prudente y razonable diputado Gabriel Boric, se la trata como anatema. Como si hubiese traicionado secretos juramentos, se lo suspende del partido que ayudó a formar.

En medio de una situación caótica en las principales ciudades del país, aún hoy día, surgen voces del pasado, añorando rebeliones populares que no fueron, o focos revolucionarios, que tampoco fueron. Con una olímpica indiferencia por las “condiciones objetivas” de nuestro pueblo, ya anuncia, poco menos que  el “asalto al palacio de invierno”.

No existen liderazgos convocantes, legitimados, que puedan interpretar los anhelos y esperanzas de las grandes masas de asalariados. Lo que hay es cúpulas sindicales, sin autonomía de los partidos políticos, que reproducen la cuenta de la comisión política, sin titubear. Si la representatividad de los parlamentarios está en entredicho, así como sus múltiples beneficios pecuniarios, no debe olvidarse que también en la cúpula sindical, se dan los mismos vicios. Dirigentes permanentes o perpetuos, casi vitalicios, como si no existiera trabajadores más capacitados, más jóvenes.

Nuestro país requiere con urgencia retomar la normalidad. Sí, esa palabra, que los más relamidos y políticamente correctos, hoy no dicen. Necesitamos que cuando una trabajadora se pare en el paradero, a esperar el bus a las 7,00 AM, el bus pase. Y ella pueda llegar segura a su trabajo. Necesitamos que la infraestructura urbana, este funcionando, paraderos de buses, semáforos, estaciones de tren y de metro.

Los trabajadores y trabajadoras de Chile, quieren mejorar sus condiciones de trabajo y remuneración. Eso no significa que quieran asumir la gestión de la empresa, ni mucho menos que a empresa cierre o quiebre.

Cuando dices que para que Chile mejore, necesitamos paz, de inmediato te tildan de facho o momio. Si dices que deben cesar las graves violaciones a los DDHH, que han cometido agentes del estado, te tildan de comunista.

De lo que se trata es de que nos escuchemos entre nosotros. No el que está incendiando un supermercado o rompiendo un semáforo, porque ese es un delincuente, que debe responder ante la justicia. Nosotros, los que queremos que el país progrese, para todos, que crezca para todos.

Por vez primera en la historia de nuestra República, avanzamos hacia un momento en que todas las voces serán escuchadas.  Con toda seguridad una nueva constitución, elaborada en una convención o asamblea constituyente, no resolverá todos los problemas del país. Ni siquiera dará solución a los problemas mas urgentes. Pero sentará las bases de una nueva forma de convivencia, una nueva forma de relacionarnos, y una nueva forma de distribución del poder.

Tenemos antes de eso, muchísimo que hacer, concretar una agenda social de verdad, una que vaya más allá de los 0,4 puntos del PIB, que representa la agenda presentada por el gobierno. No llegaremos a financiar ni a concretar en este gobierno, la totalidad de las propuestas sociales, a juicio de los economistas, representa un gasto cercano a 4 puntos del PIB. Simplemente no puede financiarse. Don Ricardo French Davis, conocido economista, proponía esta semana, aumentar el royalty a proyectos nuevos, con parámetros similares a Canadá o Australia. Modificar el impuesto a la herencia, que hoy recauda muy poco. Y en el mediano plazo una nueva reforma tributaria.

Podemos hacer todo eso, y mucho más, pero necesitamos volver a producir, para evitar se sigan destruyendo empleos. Los trabajadores del sector privado, no pueden ir a marchas en horario de trabajo, porque son despedidos, si faltan se les descuenta. Esos trabajadores, que son los que perciben las rentas mas miserables en nuestra patria, necesitan nuestro respeto y apoyo. Debemos generar las condiciones de paz y normalidad que nos permita, reconstruir nuestras ciudades, nuestras escuelas y liceos, los almacenes, las tiendas, las farmacias.

 Chile espera más de nosotros, espera que alcemos la voz, somos gente de paz, no queremos mas muertos, heridos o personas cegadas. Tampoco queremos más incendios en hoteles, iglesias o supermercados.

En el mundo cristiano, iniciamos el tiempo de espera, que concluirá en navidad. Demos a nuestros niños una fiesta especial este año. Que no sean los objetos ni las cosas materiales, el centro en nuestros hogares. Valoremos la paz en la que vivimos, apreciemos ese regalo que nos llena el corazón de buenos sentimientos.

 Desterremos el odio y el resentimiento, y miremos el futuro con alegría y esperanza.

Soy Ernesto Sepúlveda, en “Crónicas de la patagonia”

Lunes 2 de diciembre de 2019.