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POR EMILIO JIMENEZ

Luego de cumplir en el limitado plazo legal que se le impuso para cumplir el mandato ciudadano, proponer una constitución de reemplazo de la impuesta por la dictadura, se disolvió la Convención Constitucional, la institución más democrática que haya existido en toda la historia republicana del país, elegida por la soberanía popular, constituida paritariamente e integrada con representantes propios de los pueblos originarios. El debate sale de los salones donde funcionara el Congreso Nacional disuelto a sangre y fuego por la tiranía en 1973, para incluir a millones de chilenas y chilenos en descubrir en un texto real los avances democráticos, humanitarios y civilizatorios que propone.

A coro, desde las tribunas que los prefieren, controladas por la élite empresarial, como son la casi totalidad de los diarios, canales de televisión y radioemisoras en el país, los conservadores, unánimes en la derecha y con escasos representantes en la ex Concertación, expresan su rechazo al estado social democrático de derechos, a la democracia paritaria, al reconocimiento constitucional de los pueblos originarios, al término de la tutela militar, quedándose con la que le otorga privilegios a una minoría sobre representada en el estado y concentradora del patrimonio e ingreso nacional.

Quienes desde el primer gobierno post dictadura se comprometieron con una Nueva Constitución, al igual que lo hicieron para poner fin a la tiranía, se han unido para promover un dialogo ciudadano en todos los espacios posibles en favor de la opción apruebo, basado en el texto de la Nueva Constitución aprobado por más de dos tercios de los convencionales. Todas las formaciones políticas de izquierda y de centro se han definido por la opción apruebo, lo mismo ha sucedido con las organizaciones sociales del mundo popular. La derecha y las organizaciones del alto empresariado se han quedado solos blandiendo la constitución de Pinochet como arma de defensa de sus privilegios amenazados, con la colaboración de ex concertacionistas que bloquearon permanentemente los cambios que profundizaban la democracia.

El programa radial Un Rojo Amanecer, una voz socialista en Magallanes, seguirá colaborando para derogar la Constitución de la élite empresarial impuesta en dictadura, sumándose en la difusión del texto de la Nueva Constitución, en lograr adhesiones a la opción apruebo y en desenmascarar a quienes le mienten a la población para defender sus privilegios.