contador de visitas gratis

REVISION DE LIBRO: “ALVARADO” DE GUILLERMO MIMICA

La novela de Guillermo Mimica, “Alvarado”, se presentó por primera vez en público en la
Universidad de Magallanes el 3 de diciembre de 2021. Como es demasiado común en Punta
Arenas, el mejor momento de adquirir un libro que empieza a circular es el día de su
lanzamiento. Posteriormente, ya es un asunto con algo de dificultad. Desafortunadamente,
no pude asistir al lanzamiento y luego el tiempo transcurrió sin que hiciera el esfuerzo de
“buscarlo”. La editorial UMAG, que aparece como productora, no tiene ni centro de
distribución, ni de información. Uno pensaría que eso sería cosa fácil en estos días de
comunicaciones expeditas, basta con una humilde página web, y ya. Pero, no es así.
El protagonista central de esta novela no es ficción. Es de carne y hueso y mantiene su
nombre original en el libro mismo, Luis Enrique Alvarado Saravia. Lamentablemente, Luis
Alvarado falleció el recién pasado 1/1/2024, en año nuevo, en la ciudad de Castro Chiloé a
los 82 años. Este hecho me motivó a urgar por un ejemplar de la novela que no había leído.
Tuve la fortuna de encontrar un último ejemplar en la vieja Casa de Remates de Punta
Arenas y me aboqué a leerlo y asimilar parte de la historia de quien en 1973 fue compañero
de prisión en las mazmorras de la ciudad, Isla Dawson y la antigua Cárcel Pública, antes que
salgamos a distintos exilios, él a Dinamarca, yo a los Estados Unidos. A 1973 Alvarado tenía
32 años, yo 19.
El escritor quiso hacer un libro más interesante que una simple biografía testimonial del
protagonista, insertando otros dos personajes, entre ellos Carlos Kusanovic – el austriaco,
según Alvarado, y un segundo narrador, López. Al fin, los dos son uno sólo con distintas
miradas de cómo enfocar el trabajo y cuánto involucrarse emocionalmente en el tema, uno
debe ser supuestamente enfocado en los hechos, el otro no puede dejar de bregar con
sentimientos de cercanía a su personaje principal al que tiene que entrevistar.
Alvarado va sacando de su memoria detalles de su sufrimiento desde el día que ocurre el
golpe de estado en Chile, el 11 de septiembre de 1973, y que se han mantenido vívidos
hasta el mismo momento de su narración. Corren por las páginas de este libro, nombres y
descripciones de gente que un puntarenense reconocería por ser una ciudad pequeña. En un
momento, el personaje principal dice que no ahondará en los detalles de la tortura a la que
fue sometido, porque ya ha tenido que sufrirla en sus declaraciones judiciales y que mejor le
dará una copia de aquello. El escritor, adjunta esa declaración donde en efecto se describen
las penosas descripciones de las barbaridades que cometieron los funcionarios de la
dictadura de Pinochet en Magallanes, ensañándose en hacer sufrir a sus prisioneros. Estos
fueron desde abogados, fiscales, doctores que trabajaron para la dictadura, hasta simples
militares que actuaban por orden de sus oficiales, o por su propia iniciativa y, ciertamente,
oficiales militares y agentes de “inteligencia”.
Alvarado fue, junto a Héctor Avilés, parte del primer consejo de guerra contra el Partido
Socialista, y a ellos les pedían pena de muerte, al fin reducida a cadena perpetua. Para
quienes sufrimos los rigores y los castigos al haber sido también prisioneros, esto es todo
reconocible, y podemos corroborar que es verdadero. Esto, novela o testimonio, ocurrió,
desgraciadamente. Los torturadores, sus métodos, sus jefes, de uniforme y de corbata,

también, y la mayoría de ellos siguen en nuestro medio como si nada hubiesen hecho, en
impunidad total.
El lector irá descubriendo en las páginas de este libro parte de una historia terrible que se
quiere borrar, que se quiere negar, que los mismos torturadores niegan, según se manifiesta
en un capitulo donde se detalla un careo entre Luis Alvarado y su torturador, o el que
ordenara torturar, el fiscal militar, abogado, Gerardo Alvarez.
De que este libro no es una biografía de Luis Alvarado, queda claro. Poco o nada se dice de
su salida al exilio en Dinamarca, de cómo tuvo que sobrevivir allí, de cómo, al igual que todas
y todos los exiliados pasaron años soñando y trabajando por el fin de la dictadura en Chile.
Poco también se habla de su retorno al país. Si se explica porqué no pudo residir en la
ciudad que lo vio nacer en el Barrio San Miguel.
Al fin, en el esquema de la novela, hacía el fin se desatan tensiones, se resuelven conflictos,
interesantemente, entre los dos protagonistas ficticios, que tampoco lo son. Quedan
pendientes, sin embargo, muchos conflictos, entre ellos el de la reconciliación, y el de la falta
de verdad, justicia y reparación. Lo bueno del libro, sin embargo, es que Alvarado nos
seguirá hablando después de su muerte.

Sergio Reyes.