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NACÍ CHILENO, SOY CHILENO Y MORIRÉ CHILENO

“Hoy día, Pinochet ha firmado un decreto que me priva de mi nacionalidad. Este es un día
importante para mí. Un día dramático en mi vida, en que la acción de los generales fascistas me
hace sentir más chileno que nunca. Porque nosotros somos los verdaderos chilenos, en la
tradición de O’Higgins, Balmaceda, Neruda, Gabriela Mistral, Claudio Arrau y Víctor Jara y ellos
–los fascistas– son los enemigos de Chile, los traidores que están vendiendo el país a los
intereses extranjeros. Yo nací chileno, soy chileno y moriré chileno. Ellos nacieron traidores,
viven como traidores y serán recordados siempre como fascistas traidores.”
Así le hablaba Orlando Letelier del Solar, a cinco mil personas reunidas en un acto en
repudio de la dictadura chilena, el 10 de septiembre de 1976, en Nueva York. Respondía de esta
manera, al decreto que lo privaba de su nacionalidad chilena. Decreto suscrito por el dictador
Pinochet y quince ministros, entre estos, siete generales y almirantes de las fuerzas armadas, y
ocho civiles. Sí amigos y amigas, pese a que hoy lo niegan, o se quieren apartar de su siniestro
pasado, existió un conspicuo grupo de políticos que integraron activa y entusiastamente, las
más altas esferas de poder durante la dictadura. Esos ministros civiles, que firmaron el decreto
de la infamia, fueron: El Ministro de Economía Sergio de Castro Spikula, el Ministro de Hacienda
Jorge Cauas Lama, el Ministro de educación Arturo Troncoso Daroch, el Ministro de justicia
Miguel Shweitzer Speisky, el Ministro de Obras Públicas Hugo León Puelma, el Ministro del
Trabajo Sergio Fernández, el Ministro de Minería Enrique Valenzuela Blanquier, y el Ministro de
Vivienda, Carlos Granifo Harms.
Orlando Letelier fue el embajador de Chile en Estados Unidos, durante el gobierno del
presidente Allende. Después del golpe cívico-militar, fue detenido, y luego exiliado. Primero a
Venezuela y luego a Estados Unidos, desde donde ejercía un liderazgo muy respetado,
representando a la oposición al régimen. El decreto 588 que le privaba de su nacionalidad, fue
notificado y conocido públicamente el 10 de septiembre de 1976, en represalia a un ensayo
publicado en Estados Unidos, el 25 de agosto de 1976, donde Letelier denunciaba la farsa de los
economistas de Chicago en Chile. El ensayo, que demolía la propaganda del régimen se titulaba
«Los ‘Chicago Boys’ en Chile: el terrible precio de la libertad económica».
Como se puede apreciar, varios de quienes suscriben como ministros, el decreto que
priva de su nacionalidad a Orlando Letelier, pertenecían precisamente al mencionado grupo de
economistas neo liberales.
Dentro de las consideraciones de derecho, del decreto, se consigna que Letelier habría
efectuado un atentado grave en contra de los intereses esenciales del estado, desde el
extranjero, cuando el país se encontraba en situación de excepción constitucional. En cuanto
a los hechos, se señala que Orlando Letelier, habría realizado en el extranjero, una campaña
publicitaria destinada a lograr el aislamiento político, económico y cultural de Chile.
Hoy es ampliamente sabido que diligentes y muy estudiosos juristas, redactaron toda
clase de normas y reglamentos, para que los jerarcas de la dictadura, contaran con una

apariencia de legalidad. Lo anterior, porque la simple lectura de las causales de pérdida de
nacionalidad que contemplaba la Constitución de 1925 en su artículo 6°, permite concluir que
no se contempla la situación enunciada en el decreto 588. De ahí que salta a la vista la
acuciosidad y esmero, que tuvieron los juristas que sirvieron al dictador. En diciembre de 1973
dictaron el Decreto Ley N° 175, que incorporó a la Constitución Política de 1925 una nueva
causal de pérdida de la nacionalidad: «4° por atentar gravemente desde el extranjero contra los
intereses esenciales del Estado durante las situaciones de excepción previstas en el artículo 72°
N° 17 de esta Constitución Política».
Tuvimos que esperar hasta marzo de 1990, con el retorno a la democracia, para que el
presidente Patricio Aylwin, presentara mediante mensaje, el proyecto de ley, que rehabilitó en
forma póstuma, la nacionalidad a don Orlando Letelier del Solar. Corresponde a la ley N° 18.979
de 24 de abril de 1990. En el mensaje del presidente de la República se deja establecido, que los
considerandos del decreto 588, corresponden a un enjuiciamiento político, que han sido
desvirtuados plenamente. Se consigna, asimismo, que dicha causal, ni siquiera fue incorporada
en la Constitución de 1980.
El ex embajador de Chile ante Estados Unidos de Norteamérica, fue asesinado en
Washington, mediante un atentado explosivo, ejecutado por agentes del estado de Chile. Esto
ocurrió, sólo diez días después de la publicación del decreto que lo privaba de su nacionalidad.
Sin sombra de duda, don Orlando Letelier fue un patriota chileno, y la historia ya ha
reivindicado su figura señera en la lucha para recuperar la libertad y la democracia. No
debemos olvidar nunca nuestra historia, y no podemos dar por sentada ni la libertad ni la
democracia. Al acecho se encuentran siempre sus enemigos, la ignorancia, el egoísmo, la
apatía.
Un pueblo que olvida su historia, corre el riesgo de repetirla. Y tenemos ejemplos muy
cercanos en nuestro propio continente. Lo que pensamos que no volveríamos a ver, lo estamos
viendo. En nuestra hermana república de Nicaragua, el ex comandante sandinista Daniel
Ortega, va en su quinto mandato, su cuarto mandato sucesivo, y el segundo en que comparte
poder con su esposa, quien funge de vice presidenta. Llueven denuncias de corrupción, de
amaño de votos, En elecciones de 2021, Ortega obtuvo el 76% de los votos, y cuatro de los
candidatos opositores fueron encarcelados. Las cárceles llenas de opositores políticos, hace
algunas semanas, 200 prisioneros fueron ex carcelados, imponiéndoles la pena de destierro, y
privación de su nacionalidad. Esta semana se suman noventa y cuatro personas más, las que
son acusadas de traición a la patria, se les priva de su nacionalidad, y se les impone
inhabilitación absoluta y especial para ejercer cargos públicos, y para ejercer la función pública
en nombre o al servicio del Estado de Nicaragua, y la pérdida de sus derechos ciudadanos de
forma perpetua. Asimismo, se dispone el comiso en favor del estado de Nicaragua, de todos sus
bienes inmuebles y sociedades que tengan inscritas a su nombre, sea a título personal, o como
persona jurídica. Entre los afectados por este brutal atropello a las libertades y principios
democráticos, se encuentran escritores como Sergio Ramírez y Gioconda Belli, el obispo auxiliar

de Managua, Silvio Báez, y el ex comandante de la revolución sandinista, y compañero de
Ortega en el triunfo de la revolución, Luis Carrión. También la defensora de los derechos
humanos Vilma Núñez, el ex canciller Norman Caldera, el ex magistrado sandinista Rafael Solís,
el ex embajador de Nicaragua ante la OEA Arturo McFields. La deriva autoritaria y
antidemocrática de Daniel Ortega, pronto a cumplir veinte años en el poder, ha sido
denunciada por organismos internacionales de DDHH, pero sólo ha tenido tibios reproches de
gobiernos progresistas del continente. Ha sido el gobierno de Chile, el que con la memoria
intacta del horror que vivimos hace 50 años, ha denunciado con firmeza el atropello
injustificado de las libertades personales.
Obra muy bien el presidente Boric, al mantener el rechazo a toda clase de dictaduras,
sean del signo que sean. Estamos prontos en Chile, a conmemorar los cincuenta años, del golpe
de estado, y debemos honrar, a quienes, como Orlando Letelier del Solar, y cientos de miles de
hombres y mujeres anónimos, lo dieron todo, por la libertad y la democracia. No los olvidemos
en la senda constituyente.
Ernesto Sepúlveda Tornero