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LA SOMBRA DE LA DICTADURA por PABLO CRUZ

Como una jornada sin precedentes calificó el diario “El Mercurio” los actos de protestas que culminaron  gran violencia el pasado viernes 18.

El mismo día, lo desmentía el diario “La Tercera” recordando precedentes, hechos similares ocurridos los años 1946, gobierno de González Videla, y 1957, gobierno de Ibáñez. ¿Las causas? Las mismas, alza de pasajes colectivos.

Sin dudas que en el vandalismo de la noche de ese viernes estuvo la mano de la delincuencia, que siempre se aprovecha de las manifestaciones ciudadanas. Por lo que, de acuerdo al método socrático, si no hubiera protestas, no habría aprovechamiento delictual.

¿Y por qué las protestas más masivas y que derivan en violencia se gatillan por alzas de pasajes? Porque son la gota que colma el vaso.

Porque una ciudadanía abrumada por las deudas, con un sistema de pensiones que convierte en pobres a los jubilados, porque los sistemas de salud son insuficientes, porque los sistemas de protección de menores se convierten en peligro hasta de muerte para esos menores, porque los poderosos, políticos, militares, carabineros, roban al fisco sin mayores consecuencias, terminan por aburrir a la ciudadanía.

Porque es una ciudadanía que vive en un  país sin equidad, en el que los poderosos, los políticos, los gobernantes, viven otra vida, sin usar, por ejemplo, la locomoción colectiva que usa el ciudadano común y para el cual un alza de tarifas en servicios públicos significa parte importante de sus ingresos, especialmente los adultos mayores.

Prueba de esta falta de equidad es que mientras la gente común reclamaba contra el alza de los pasajes, mientras la gente sufría por no poder llegar a sus casas, el presidente cenaba tranquilamente en un restaurante al que había llegado obviamente sin problemas de movilización, ya que, según la vocera de gobierno, el presidente es un ser humano, pero no de la misma calidad humana de los que protagonizaron protestas espontáneas.

La respuesta del gobierno contra la protesta ciudadana fue decretar estado de sitio y llamar al Ejército, amenazando a la gente con la sombra del actuar militar contra los civiles en los años de la dictadura.