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«..La plata no vale na’, no vale na’, no vale na’, apenas para la vida , a fin de mes no va a llegar..»canta Juana Fe

1.- Desde siempre hemos hablado de la responsabilidad que deben tener los dirigentes de la clase trabajadora, tanto en los sindicatos de base como en las organizaciones nacionales a las que acceden a propuesta de sus compañeros y compañeras. Si algo nos debe caracterizar siempre, es decir las cosas sin ambigüedad y exponer las fallas cuando estas aparezcan, buscando siempre dar a todos la posibilidad de resarcirse de algún paso mal dado.
Nadie es perfecto y todos pueden equivocarse alguna vez, hay que ponderar los hechos, sacar las conclusiones, resolver proponiendo cambios y seguir avanzando.
No obstante, cuando se ha retomado el trabajo y se persiste en cuestiones que dañan la organización, cuando alguien comienza a creer que ésta depende casi exclusivamente de su accionar, se deben tomar medidas drásticas por muy dolorosas que puedan llegar a ser.
Y es que nadie puede creer que está por sobre la organización y que la misma va a funcionar a su sola guía.
Un dirigente debe ser siempre el espejo en el que se reflejan sus pares, el que más hace por la unidad y por el trabajo en equipo, el que ayuda a aquellos que menos saben y está presto a salvar cualquier contrariedad que se presente. Cuando este dirigente comienza a caminar solo, a ignorar lo que piensan y sienten los demás, a sentir que es el centro, hay que hablar con él y ponerlo en su lugar.
Si no lo entiende y persiste, debe salir del colectivo pues tarde o temprano va a provocar daños que pueden ser irreversibles.

2.- Aquellos que pretendan sacar beneficios propios o ignorar a quienes deben ser siempre sujetos de respeto, no son bienvenidos en una organización. Por muy bien urdido que sea aquello que va en contra de la organización, tarde o temprano queda expuesto y ante ello el camino es uno solo. Presentar los antecedentes ante la asamblea de dirigentes y depurar, si es el camino para recuperar espacios y credibilidad.
Nadie debe quedarse sin conocer los hechos, ya que es la señal más clara de que nada que vaya en contra de la organización será permitido y ocultado.
Jamás se debe permitir que bajo cualquier razón o circunstancia alguien pueda creer que es imprescindible y que eso le da derecho a hacer lo que quiere, faltando a la fraternidad, el compañerismo y la honestidad.
Los que así lo hagan se deben ir y pasarán de mala manera a la historia.
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Nuestra fuerza la Unidad
Nuestra meta la Victoria