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..Vales más que los ministros y los gordos industriales vales más que los obispos y aun más que cardenales..» canta Eduardo Peralta

En 1975 ingresé, gracias a la sesión que de su puesto de trabajo hizo mi compañero León, a lavar copas y hacer aseo en el bar del Hotel Tupahue en Santiago, en turnos de mañana y tarde. Algunos meses después participé en la constitución del Sindicato Nº2 del hotel.
Con esfuerzo y trabajo ascendí a junior, después fui cajero y finalmente terminé como asistente del tesorero del hotel. Todo iba bien en ese trabajo hasta que en 1980, yendo con el junior a depositar las remesas del día, me metí en una marcha por el NO a la constitución de Pinochet. Quiso la mala fortuna que justo en calle Compañía con San Antonio, y mientras avanzabamos hacia Mapocho gritando con toda el alma, estuviera detenido en su auto el gerente del hotel mientras pasaba la marcha. Entre ese momento y el despido pasaron algo más de 2 horas.
Luego fui ayudante de garzón, nuevamente aseador en un boliche hasta que llegue de cajero al restaurante Monjitas, para luego pasar al Círculo Español haciendo la misma pega.
Son los compañeros del Círculo los que me llevaron a conocer, en diciembre de 1981, a la recién constituida CTGACH en la sede ubicada en calle Nataniel. En paralelo me invitaron al sindicato de la empresa y por promover con mucha anticipación mi candidatura, terminé otra vez de patitas en la calle.
Trabajé luego en todo tipo de establecimientos del gremio, la mayor de las veces sin contrato, me hice socio del sindicato provincial gastronómico y fui también dirigente de este. Con los viejos cesantes trabajaba los fines de semana y me llevaban en el grupo cuando salía un evento. El resto del tiempo recorríamos el centro haciendo propaganda e incentivando la organización. Muchas veces nos llevaban presos pero a las horas ya estábamos de nuevo en las mismas.
He participado en la constitución de más de 100 sindicatos, muchas negociaciones colectivas, decenas de huelgas y manifestaciones varias.
Sigo con las mismas ganas de entonces, aprendiendo día a día.

2.- Participé en el departamento juvenil, encargado de organización, comisión revisora de cuentas, secretario, activista , agitador, profesor de la escuela sindical, siempre junto a compañeros y compañeras que me fueron formando y, sin decírmelo, me prepararon para llegar a presidir la organización nacional.
Mucho tiempo de cesantía, sin lugar fijo donde vivir por harto tiempo y comiendo lo que había, cuando había, pero siempre con la organización entre ceja y ceja.
En mi oficina actualmente hay 2 sillas y un escritorio. Son lo único que queda del mobiliario de nuestra querida CTGACH y seguro me acompañarán hasta que diga adiós a esto que tanto quiero. En este escritorio he trabajado toda mi vida sindical desde 1982.
En los tiempos duros en él encontré, sandwich, refrescos, café, ropa, zapatos, lápices, carpetas y libros. Nunca nadie reconoció haber dejado esas cosas ahí, pero yo se que fueron mis compañeros gastronómicos.
Ellos me mantuvieron firme y digno cuando las fuerzas se debilitaban. Por mi y por ellos hago lo que hago con orgullo y dedicación.
Esto lo cuento como un testimonio para incentivar la integración en la organización.
Hay que hacerse socio del sindicato y asumir responsabilidades en la directiva si queremos que esto cambie.
Es difícil, duro, incomprendido a veces, pero la dirección y la participación son vitales para que no mueran las organizaciones.
Solo de nosotros depende.