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LAS MIL Y UNA RAZONES PARA APROBAR

Existen mil y una razones para aprobar la propuesta de nueva constitución en el próximo plebiscito del 4 de septiembre del 2022. Desde nuestra perspectiva, el texto constitucional consagra explícitamente el derecho a la educación, ya que entre el artículo 35 y 43 en sus sucesivos incisos establecen: “Toda persona tiene derecho a la educación y es un deber primordial e ineludible del Estado”. Luego, se indica que “La educación es un proceso de formación y aprendizaje permanente a lo largo de la vida, indispensable para el ejercicio de los demás derechos y para la actividad científica, tecnológica, económica y cultural del país”. Así, el bien común y la justicia social quedan definidos como fines de la educación. Complementariamente, en el inciso final de este artículo se plantea que la educación es de acceso universal en todos sus niveles y obligatoria desde el nivel básico hasta la educación media inclusive. De este modo, el derecho a la educación en la propuesta constitucional queda debidamente resguardado para las futuras generaciones de niñas, niños y jóvenes mediante una educación de calidad orientada por los siguientes principios: cooperación, no discriminación, inclusión, justicia, participación, solidaridad, interculturalidad, enfoque de género y pluralismo. Y si aún existieran dudas sobre la relevancia de estas garantías constitucionales establecidas para resguardar y hacer posible el derecho a la educación de las generaciones más jóvenes, baste recordar que estas normas se enmarcan, a su vez, en la definición de Chile como un Estado social y democrático de derecho, tal como se establece en el artículo primero de la nueva carta Magna que guiará los destinos de nuestro país en las próximas décadas. Por su parte, el artículo 36, plantea un Sistema Nacional de Educación integrado por las instituciones de educación parvularia, básica, media y superior, creadas o reconocidas por el Estado estableciendo que el centro del sistema es la experiencia de aprendizaje de las y los estudiantes. Así mismo, establece que el Estado ejercerá labores de coordinación, regulación, mejoramiento y supervigilancia de dicho sistema. De este modo, no sólo se plantea una definición integral de la educación entendida como un derecho social, sino además se resguarda el acceso a la educación, imponiéndole al Estado asumir un rol activo en garantizar el derecho a la educación, elemento clave en el logro de otros derechos sociales complementarios que hacen parte de la necesidad que tiene Chile de avanzar de modo sustancial en mayor justicia social para de todas y todos los habitantes del país. Por otra parte, se propone un robusto marco regulatorio e interpretativo del derecho a la educación como un derecho social orientado a la igualdad, la justicia social, evitando con ello que la educación se vea afectada por criterios utilitaristas y mecanismos de mercado, estableciendo en consecuencia la prohibición del lucro con la educación de niñas, niños y jóvenes. Un aspecto destacable es el artículo 43 que establece que la Constitución reconoce el rol fundamental de las y los profesores, valora y fomenta la contribución de las educadoras, educadores, asistentes de la educación y educadores tradicionales; la valoración de la relevancia social que esta Nueva constitución otorga a los trabajadores de la educación queda además expresada en el inciso tercero de este mismo artículo que establece literalmente que las trabajadoras y los trabajadores de la educación parvularia, básica y media que se desempeñen en establecimientos que reciban recursos del Estado gozarán de los mismos derechos que contemple la ley. En otras palabras, la educación y sus principales protagonistas adquieren por primera vez un rango constitucional preponderante: reconociendo el rol fundamental de los educadores y todos los integrantes de las comunidades formativas y estableciendo la responsabilidad del Estado en el cumplimiento de esta compleja tarea. La señal para el mundo de la educación es clara y una razón más para Aprobar la Nueva Constitución que marcará los destinos de Chile y de las nuevas generaciones por las próximas décadas.