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“ADVENTUS” por Ernesto Sepúlveda Tornero

Para todo el mundo cristiano, vivimos en esta época, un período de espera, un tiempo de preparación. Un tiempo que se denomina “adviento” o “adventus”, que significa venida o llegada. Se refiere al período que comprende los cuatro domingos anteriores a la navidad. Entre tanta publicidad navideña, invitando a comprar y comprar sin parar, se pierde de vista el verdadero sentido de esta época.  Es un tiempo de paz, un tiempo que llama al recogimiento y a compartir en familia. Buscar el cobijo y el abrigo, que da el cariño, la compañía, el amor.

            Este año 2020, que ha significado tantas preocupaciones, tanto sufrimiento, por la pandemia Covid, también ha significado, el renacer de la esperanza, la generosidad, la solidaridad. Cientos de miles de personas han hecho esfuerzos titánicos, para salvar vidas, en todo el territorio. Personas de todos los credos religiosos, de todos lo colores políticos, hermanados por lo esencial, por lo trascendente, nuestro deseo de vivir.

            De seguro, todos nosotros, pese a las circunstancias difíciles que nos ha traído la pandemia, vamos a dejar todo de lado, para dar un momento de alegría a nuestros seres queridos, a nuestros amigos. Eso nos sale del alma. Lo hacemos con agrado, con gusto. Pero este año que nos ha mostrado, lo pequeños, los débiles e indefensos que somos, debemos hacer algo más. Llevar un poco de alegría a aquellos que nadie irá a ver, a los que viven en asilos de ancianos, a los vecinos mayores sin familia, a tantos pequeños cuyos padres viven la cesantía o la pobreza. Esto no tiene que ver con quienes somos, sino con quienes queremos ser. Creo que los que seguimos aún por estos lados, les debemos eso, a todos aquellos que tuvieron que partir.

            En este tiempo en que el corazón parece estar mas llano, al afecto, al cariño, a la amistad, tenemos la oportunidad también de mejorar nuestra convivencia cívica. Hemos cumplido ya un año de enfrentamientos, sin cuartel, entre bandos que parecen irreconciliables. Y la verdad de las cosas, es que si nos ponemos a hilar fino, en lo trascendente, en lo esencial, todos nosotros coincidimos. Amamos la vida, a nuestros hijos y seres queridos. Todos nosotros queremos lo mejor para Chile, lo mejor para nuestra región, para  nuestro barrio. Y si es así, ¿por qué nos cuesta tanto ponernos de acuerdo?, por qué la definición de quienes somos, pasa por definir contra quien estamos? Puestos en un tránsito histórico, este año 2020, estamos obligados a encontrar caminos de entendimiento. Es nuestra única alternativa, al quiebre definitivo de la convivencia.

            Miramos con esperanzas el futuro. Aun en este contexto de pandemia que nos sigue afligiendo. Próximamente llega a Chile,  la vacuna Pfizer, la misma que se ha empezado a aplicar en Inglaterra, y pronto por toda Europa. La inmensa mayoría de los chilenos, nos hemos dedicado, con entusiasmo a criticar el pésimo gobierno, sus cifras de aprobación ínfimas así lo demuestran. Pero hay que reconocer que cuando no se esperaba gran cosa de ellos, la gestión comercial de las vacunas, la hicieron bien. Asegurar 84 millones de vacunas para inocular a una población estimada de 15 millones de personas, es un tremendo éxito, que debe reconocerse. Después veremos cuantos le costó al erario fiscal, pero no era tiempo de andarse con medias tintas.

            Y eso, que aparece como algo natural, el reconocer el bien que puede hacer el otro, aunque sea nuestro acérrimo adversario, es algo ausente de la vida pública. Y vemos como suben o bajan personajes, destacando únicamente lo insolente, o lo incendiario que se pueda ser. Por el contrario, yo quiero destacar ese hecho positivo, para ver si otros se animan también, y llegamos en un día no lejano a ponernos de acuerdo, en lo que nos interesa a todos.

            La vacuna es una de esas cosas. Y quiero que todas las personas que están en la población objetivo, vale decir los mayores de 16 años, no dejen de vacunarse. La vacuna está desarrollada siguiendo rigurosos y comprobados procedimientos científicos. Según publicaron esta semana, diversos medios, la vacuna se denomina BNT 162B2, desarrollada por la compañía estadounidense Pfizer y la firma biotecnológica alemana BionTech. La vacuna contiene una secuencia genética, creada en laboratorio, que  enseña a las células del cuerpo a producir proteínas similares a SARS-COV-2, esto lleva al sistema inmunológico a reconocer la amenazas y crea una respuesta que protege a las personas de futuras infecciones.

            Según publica BBC esta semana, el Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y enfermedades infecciosas de Estados Unidos, ha explicado “Que la inmunidad completa al virus, se desarrolla entre una semana a 10 días después de que las personas obtienen la segunda dosis de vacuna”.

            En Chile, las autoridades de salud han informado, que la vacunación se realizará a través de dos dosis, separadas por 21 días entre la primera y la segunda.  Para disipar cualquier temor, sobre efectos secundarios, se ha informado que son los mismos, de cualquier vacuna. Leve enrojecimiento de la piel, del sector inoculado, y ardor. Si se llegaran a presentar estos efectos, concluirían al cabo de un par de días.

            Como podemos ver, dentro de todo lo que ha sucedido, se enciende una luz de esperanza, con las vacunas. No es el final de la pandemia, ni tampoco de las medidas sanitarias. Los expertos coinciden que sólo se podrá conocer, los efectos de la vacuna sobre la pandemia, cuando se logre inocular al menos, al 60% de la población. Por lo que, cuando recibas tu vacuna, debes seguir cuidándote, usar tu mascarilla, respetar el distanciamiento físico, y el lavado frecuente de manos.

            En este tiempo de espera, que estamos viviendo, lo mejor que podemos hacer por los demás y por nosotros mismos, es ser responsables, no sólo cumpliendo los protocolos sanitarios, sino también ser responsables socialmente. Servir, dar algo de nosotros mismos a los demás, no sólo objetos o cosas materiales. Un gesto de afecto, de preocupación por los otros, una llamada, un mensaje, al que está sólo, al que ha perdido algún ser querido. Una palabra de apoyo al que está desesperado, al que no encuentra consuelo. Demos paz y alegría, y las recibiremos multiplicadas por ciento.

Ernesto Sepúlveda Tornero