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Observación de aves: un producto del turismo a desarrollar en Cabo de Hornos

Escuchar el incesante golpeteo de un pájaro carpintero negro sobre un tronco de un Nothofagus o el rápido volar de un fio fio son parte de las sensaciones que todo visitante puede vivir mientras recorre uno de los senderos del Parque Omora, a 3 kilómetros de Puerto Williams, en medio de una masa boscosa que acoge y demuestra la inmensidad de un paisaje prístino en la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos.

El observar la diversidad de especies de aves que habitan en la isla Navarino es parte de un producto turístico que puede desarrollarse de manera sostenible y que los expertos denominan “aviturismo”.

Es una de las líneas de trabajo del Co-Laboratorio del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC), financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, ANID, que busca profundizar a través del programa “Turismo: salud humana y salud ecosistémica”.

Miguel García, académico de la Universidad Central, una de las siete universidades asociadas al CHIC, quien creó hace 12 años el Instituto del Patrimonio Turístico y trabajó en la declaración de la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos, vinculado con el CHIC admite la satisfacción de reencontrarse con la provincia Antártica en la zona subantártica.

Destaca que uno de los aspectos importantes en la Patagonia y especialmente en Magallanes es ir profundizando en ciertos productos turísticos como puede ser el aviturismo.

Agrega que si bien la observación de aves puede ser el corazón del producto hay que pensar también en todo lo que está en torno a ello. Tener operadores que puedan describir, saber, informar, entregar contenido sobre las aves.

Además, proyectar publicación de libros, disponer equipamiento para el oficio de observar aves y un elemento que es clave a su juicio y donde emerge la principal vinculación con el CHIC: una estrecha relación con el conocimiento generado in situ.

“Cada vez que la ciencia aporta conocimientos, esos pueden ser transformados en producto y experiencia turística a través del desarrollo turístico. Y lo fundamental es que cuando esos productos tienen su raigambre, se producen en el territorio y se basan en elementos que están en el territorio, los primeros llamados a poder explotar turísticamente de una u otra forma, son las comunidades locales. Allí hay un trabajo interesante del CHIC que es como transferimos a la comunidad local ese conocimiento para que lo podamos transformar en conjunto en experiencias turísticas que les generen desarrollo local”, precisa Miguel García.

Coincide que el aviturismo es un producto que sigue siendo de intereses especiales, pero puede desarrollarse mucho más y a su juicio es al primero que se debe apuntar en la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos, pero enfocado a un turista que, sin ser especialista en aves, sienta que es un atractivo que está a su disposición cuando llegue a Puerto Williams.

Turismo inteligente

Para Miguel García uno de los aspectos interesantes en Puerto Williams, para evitar que sea un turismo de alto impacto, es concentrar la visitación solamente en algunos sectores y así equilibrar la capacidad de carga. Así también puede diversificarse el producto y la experiencia del visitante en observar aves al amanecer o aquellas que están en la pradera versus las desplegadas en el bosque. 

Asimismo, el académico de la Universidad Central, sostiene que así hay que apuntar al denominado turismo inteligente, donde se puede aportar con la gestión de variables y que persigue que cada persona que llegue a visitar la zona pueda administrar de la mejor forma su estadía en el territorio, que puedan vivir de la mejor forma su experiencia de manera integral y se transforme en una experiencia enriquecedora para el turista y para la comunidad local.

Paula Caballero, bióloga del CHIC, coincide en que aunque la diversidad de aves en la zona de Navarino puede ser menor a la existente en el trópico o el Amazonas, sus características la hacen especiales porque están en el fin del mundo que viven permanentemente en la región, y también algunas especies que migran por temporada y el estudio de todas ellas han mostrado variaciones de comportamientos  y amenazas “Estos conocimientos generados son en extremo interesantes para la creación de innovadores relatos turísticos. Se trata entonces de un turismo que va más allá de la mera observación de aves”, señala la investigadora.