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«la violencia jamás puede ser un medio legítimo de expresión» Michelle Peutat ante hechos de vandalismo en mural de derechos humanos de la Umag

Los hechos ocurridos en la Universidad de Magallanes, donde fue vandalizado el mural en
memoria de Francisco Bettancourt Bahamonde, único detenido desaparecido calificado de
nuestra región, no pueden pasar inadvertidos. La agresión contra este espacio simbólico no solo
hiere a una familia y a una comunidad universitaria; es también una señal inquietante respecto de
los valores que sostienen nuestra convivencia democrática y del lugar que la memoria ocupa en
ella.
El mural no solo representa el recuerdo de Francisco y el dolor de su familia -quienes aún buscan
la verdad tras su desaparición- sino que reafirma el compromiso de la comunidad universitaria con
la promoción y protección de los derechos humanos, así como con la preservación de la memoria
histórica de quienes fueron víctimas de graves vulneraciones. Su vandalización intenta trivializar e
invisibilizar hechos que el Estado de Chile ha reconocido, a través de múltiples procesos judiciales
e instancias oficiales, como parte fundamental de nuestra historia reciente constituyendo un
riesgo real de que los horrores del pasado encuentren nuevas formas de repetirse.
En un contexto global donde resurgen discursos que relativizan, distorsionan o niegan hechos
históricamente probados, resulta imprescindible reafirmar que la memoria es un pilar democrático
esencial que desempeña una doble función: nos permite acceder al pasado y, al mismo tiempo, se
manifiesta en el presente cuando interpretamos la historia desde nuestras experiencias
individuales, comunitarias e institucionales. En ese ejercicio, la memoria se transforma en relatos,
imágenes y emociones que fortalecen nuestra identidad común y sostienen la cohesión social.
Por eso, cuidar la memoria es una tarea permanente que protege nuestro presente y asegura un
futuro donde los derechos humanos sean un piso común e intransable; un futuro que solo puede
construirse desde el diálogo, el encuentro y el respeto, nunca desde odiosidades peligrosas que
nos fragmentan.
Lo decimos con claridad: la violencia jamás puede ser un medio legítimo de expresión. Frente a
los intentos de borrar la memoria, es la democracia la que debe pronunciarse con firmeza a favor
de sus principios esenciales: el respeto a la dignidad humana, la convivencia pacífica y la
responsabilidad colectiva de resguardar aquello que nos recuerda quiénes somos, de dónde
venimos y hacia dónde queremos avanzar.

Expresamos nuestra solidaridad con la familia Bettancourt Bahamonde, con la comunidad
universitaria y con todas las personas e instituciones que han impulsado iniciativas de memoria en
la región de Magallanes.
Finalmente, hacemos un llamado a toda la ciudadanía, así como a las instituciones públicas y
privadas, a proteger los espacios de memoria, rechazar firmemente el negacionismo y promover
una cultura democrática basada en el respeto irrestricto de los derechos humanos, especialmente
en momentos de alta sensibilidad donde los discursos de odio tensionan el sentido común
colectivo.