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INFORMARSE SIN NOTICIEROS DE TELEVISION

Dejé de ver noticieros de televisión para estar informado, no tuve alternativa, ya no hay hecho real que aguante unos segundos en pantalla sin que se le tergiverse en el comentario, en la manipulación de la imagen o en la confusión entre ésta y texto. La credibilidad del mensajero o mensajera se funda en su popularidad, poco importa su conocimiento o sus historias personales, ni siquiera su vocabulario limitado, lo que vale es que ésta sirve para vender un producto a continuación de difundir una falsedad, una media verdad, que sus auspiciadores le pagarán con minutos en el aire y en las tertulias que rinden más fama y más pesos. El ocultamiento de acontecimientos significativos para ampliar la mirada y conocer lo que sucede en diversos lugares del mundo o su tratamiento breve es una forma de no informar.

Lo que revela este seudo periodismo televisivo es una forma en que la élite empresarial ejerce el poder para imponerse ideológicamente, es el pauteo editorial de noticieros la forma de mostrar una imagen del país y el mundo que les sirve a sus intereses, es la tergiversación de los hechos, la presentación desde una sola óptica como objetiva, la distorsión de visiones que contradicen sus opiniones, el modo en que se posicionan en el debate ideológico, buscando anular las miradas hechas desde otros intereses sociales económicos y políticos, especialmente del mundo popular, sobre todo el que se identifica como progresista. Ahogar económicamente una estación de tv o un programa, expulsar periodistas de canales de tv, es la guerra sucia contra el periodismo, en especial el que indaga en las cloacas del poder y saca a la luz el contubernio entre la élite empresarial, la militar, la policial y la política, base de la delincuencia en las alturas del poder.

Afortunadamente hay alternativas, en las radioemisoras que no son controladas por estas élites, en los podcast que se difunden en las redes sociales, allí encontramos la presentación de hechos desde diversos ángulos, distintos comentaristas, entregados libremente al discernimiento de auditores y auditores, contribuyendo a la formación del pensamiento crítico que es la contracara ideológica a la que se nos presenta en las pantallas manipuladas por el poder.     

Por Emilio Jimenez Yutronich