Como cada año por estas fechas me gusta evocar esa gran gesta republicana,
democrática y popular que fue el triunfo del NO en el plebiscito de 1988. Al igual que tantos
por todo el país, atesoro el recuerdo de la lucha contra la dictadura, del modo en que los
combatientes antifascistas recuerdan la caída de Berlín y la liberación de Europa de la tiranía
nazi. Un evento que marcó el clímax de un proceso de acumulación de fuerzas, de
aprendizajes, de reconstrucción de las fuerzas democráticas, en el que los jóvenes, el
movimiento estudiantil, los trabajadores y los pobladores plantaron cara al régimen.
Con el transcurso del tiempo, existe el riesgo cierto de que años de mal estudio de la
historia, y la ausencia absoluta de educación cívica en colegios y liceos, den a luz generaciones
de jóvenes con nula consciencia democrática. No es algo nuevo, uno de los mecanismos de
control y manipulación mas efectivo es el desconocimiento y la ignorancia. Y de eso hemos
tenido bastante en estos años. Pero ¿qué es lo que no debemos olvidar? Por ejemplo, que
para 1988 completábamos 15 años de dictadura civil militar. Un régimen sostenido por la
fuerza de las armas del ejército y las fuerzas armadas. Sus altos mandos nacidos de la asonada
golpista de 1973, fueron presionados por el gobierno de los Estados Unidos y su agencia de
inteligencia, para acordar una salida pacífica del régimen. Se temía el avance de los grupos que
reivindicaban la lucha armada en contra de la dictadura. La apertura del tirano a competir en
un plebiscito fue forzada por las crecientes movilizaciones sociales, que se habían sucedido
ininterrumpidamente en todo el país desde 1983. El clima de ingobernabilidad se tomaba
universidades y poblaciones, y la presión se hacía sentir en los organismos internacionales, así
también a través de personalidades de la política mundial como Robert Kennedy, Nelson
Mandela, Lula Da Silva, Francoise Miterrand, Felipe González, y toda clase de artistas del cine.
Con la televisión controlada íntegramente por partidarios de la dictadura, jugaron un rol
fundamental, los diarios y revistas “de oposición”, en su mayoría financiadas por la solidaridad
internacional. Para que busquen e investiguen, vean Fortín Mapocho, APSI, ANALISIS, HOY,
CAUCE, LA EPOCA, SOLIDARIDAD. PLUMA Y PINCEL, LA BICICLETA, medios cuyos periodistas
fueron muchas veces encarcelados y perseguidos. En cosas que hoy parecen increíbles, el
dictador varias veces ordenó la censura de estos medios, y hoy puede verse ediciones, con sus
páginas tachadas y con una inscripción legal citando la disposición que ordenaba la
prohibición. No es propósito de esta columna detallar la crónica del horror, porque sería de
muy largo y doloroso trámite. Solo agregar que jóvenes como éramos por aquellos años, con la
sangre hirviendo en las venas, y clamando por decenas de nuestros caídos, muchos de
nosotros no estuvimos convencidos del todo, acerca de la llamada salida electoral. Teníamos
tan presente los chanchullos, los engaños y los crímenes alevosos, que resultaba muy difícil de
tragar una salida pactada de la dictadura. Finalmente, en el último momento, partimos a
inscribirnos en los registros electorales, para estar habilitados para votar. En retrospectiva fue
lo correcto, era absurdo dejar pasar la oportunidad de salir a las calles a expresar las ideas
abiertamente. Tuvimos la posibilidad de enfrentar la tiranía, “con un lápiz y un papel”, como
decía Ricardo Lagos en la inolvidable franja de propaganda del NO, pero no se llegó a esta
opción, por arte de magia, no fue dádiva, ni concesión graciosa de un tirano que se renovaba.
Fue el pueblo mismo, que se lanzó a las calles a protestar contra el régimen. Sin importar las
detenciones ilegales, la tortura, las golpizas, los asesinatos políticos y las desapariciones. Con
un coraje que es digno de todo mérito, se llegó incluso a gritarle asesino en su propia cara al
dictador. Pasó en Punta Arenas, quizás el evento que tuvo más connotación en 1983 fue el
“Punta arenazo”, donde cientos de personas se reunieron en torno a la iglesia catedral, para
gritar consignas en contra del dictador, encontrándose el propio tirano Pinochet, a escasos
metros, recibiendo honores de las tropas.
La campaña por las elecciones libres, y la campaña del NO, que permitió por primera vez ver
por TV a integrantes de la Agrupación de familiares de detenidos desaparecidos, bailando la
“cueca sola”, en honor a esposos, hijos y hermanos víctimas de desaparición forzada. O ver al
grande y querido ídolo de Colo-Colo, Carlos Caszely salir junto a su madre apoyando la opción
NO. El presentador de la franja fue el famoso y connotado rostro de TV, el periodista Patricio
Bañados. El mismo que fue despedido y marginado de la TV, por haberse negado a leer una
nota de prensa, diciendo al aire “Esto no lo puedo leer porque es mentira”. Recomiendo vean
la película el NO de Pablo Larraín, con Gael García y Alfredo Castro como protagonistas.
Magistral pieza que sintetiza lo que sucedió en Chile esos 27 días de campaña, con esos quince
minutos diarios de franja televisiva que permitió abrir muchos ojos y liberar muchas mentes.
Forma parte de la historia, y está documentado que el tirano Pinochet, pretendió hasta
último minuto, desconocer los resultados, y hacer un auto golpe. Lo supimos esa misma noche,
cuando el resultado se retardaba, y en Televisión rellenaban con “El coyote y el correcaminos”,
horas de horas de dibujos animados. En el ínterin el por ese entonces integrante de la junta
militar fascista, Fernando Mathei ya fallecido, al concurrir en horas de la noche a reunión de
gabinete en La Moneda, reconoce ante la prensa que el No ha ganado el plebiscito. Este hecho
produjo mayor desconcierto y animó toda clase de conjeturas, ya que la TV seguía en su
maratón de dibujos animados y no existía información oficial. Para mayor inquietud, las
fuerzas de Carabineros que en las principales ciudades estaban custodiando edificios y lugares
públicos recibieron la orden de retirarse a sus cuarteles. Animando las versiones de un posible
autogolpe. Finalmente, de madrugada el subsecretario del interior, Alberto Cardemil,
comparece ante los medios y entrega el resultado que da el triunfo al NO.
Para la historia, la biblioteca del congreso nacional, lo recuerda así: “De un universo
electoral total de 7.236.241 votos escrutados, válidamente emitidos, el Sí obtuvo 3.111.875
sufragios, equivalentes al 43% de los votos, en tanto la opción No, obtuvo 3.959.495 votos,
equivalentes al 54,70% de los votos válidamente emitidos.” (BCN, 2021)
Con el correr de los años, algunos han dicho que fue mentira, que la alegría no llegó a
Chile. Sin embargo, el hecho de que la transición a la democracia parecía eterna, y que nos
costó demasiado derribar los enclaves autoritarios, no desmerece que con el triunfo del 5 de
octubre, sí fuimos felices, se sintió la esperanza de un nuevo comienzo. Quienes combatimos la
dictadura, pudimos mirarnos y reconocernos, pudimos pensar en el futuro, sin el temor de
caer, como tantos y tantas que ofrendaron sus vidas. Que nadie diga lo contrario, logramos
algo histórico y lo celebramos con todo y por todo Chile. Una celebración memorable, cientos
de miles sin ni un disturbio, sin ni un enfrentamiento.
Los tiempos que vivimos son de polarización, donde los partidarios de unos y otros se
confrontan en cada espacio existente. Pero que eso no nos haga olvidar como llegamos hasta
aquí. No fue gratuito ni fue una dádiva de los poderosos. El derecho a competir en elecciones
libres lo conquistamos luchando, la libertad de expresar nuestras ideas también. Quienes
estuvieron por la opción SI, y fueron derrotados en 1988 pretendían que el dictador Pinochet
siguiera gobernando diez años más. Chile fue más sensato.
Ernesto Sepúlveda Tornero