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Jóvenes rurales del sur derriban el mito del campo sin relevo y apuestan por la agroecología como negocio  

“De a poco se va derribando ese mito de que no hay jóvenes interesados en el campo, de que la línea se cortó y que era casi un hecho irreversible. Aquí vemos gente súper comprometida, cada uno con su proyecto innovador y con una enorme capacidad de compartir y dialogar”, afirmó Carlos Venegas, director del Centro de Educación y Tecnología (CET). 

Para Venegas, ahí está el corazón del proceso. Con los estímulos adecuados y apoyo en formación e inversiones —sostiene—, este núcleo de jóvenes puede demostrar que la agroecología es una oportunidad real de negocio: no solo ecología o protección de los recursos, sino también generación de ingresos, restauración de suelos, adaptación al cambio climático y puesta en valor de los conocimientos tradicionales a través de nuevas generaciones rurales. 

Fue una travesía intensa de cuatro días para jóvenes de Huillinco, Punotro, Pichi Parga, Caleta Tortel, Cochrane, Chile Chico y otros rincones del sur. El recorrido partió en Puerto Natales, continuó en el Centro Experimental INIA Kampenaike y concluyó en parcelas ubicadas al sur de Punta Arenas, donde conocieron experiencias hortícolas, ganaderas y de turismo rural. En cada parada fueron hilando un tejido de soluciones compartidas para producir en climas extremos: lo que resulta en un invernadero de Los Lagos se prueba en Aysén; las estrategias de Magallanes para enfrentar el viento y la falta de agua se anotan para otros territorios. 

Las cifras refrendan esa energía. En Los Lagos hay más de 2.700 jóvenes usuarios de INDAP (casi el 10% del total); en Aysén son cerca de 400 (alrededor de un tercio); y en Magallanes, unos 50 (también cerca del 10%). Detrás de esos números hay proyectos que mezclan negocio, arraigo territorial y cuidado del medioambiente, con la agroecología como horizonte común. 

Gonzalo Castillo, representante de la Mesa de Jóvenes Rurales de Magallanes y vocero nacional, abrió las puertas de su predio hortícola, ubicado a pocos metros del Hospital Clínico, un espacio que resiste a la voracidad de la ciudad y demuestra que la agricultura también puede enraizar en la periferia urbana. Tras el recorrido, ofreció una degustación de productos a base de ruibarbo y presentó a su abuelo de 96 años, junto con recordar a su abuela, Marina Ojeda, fallecida y ex dirigenta de INDAP, a quienes reconoce como pilares del impulso hortícola de su familia. 

Desde ese lugar sintetizó el sentido del encuentro. Valoró que jóvenes de Aysén y Los Lagos conocieran experiencias locales y se acercaran a la identidad campesina magallánica. “Ojalá se lleven eso: no solo la producción hortícola y ganadera, sino la historia y la tradición de la agricultura familiar campesina”, afirmó, recalcando que, en una región que produce apenas cerca del 10% de sus alimentos, lo que falta por producir es una gran oportunidad para seguir fortaleciendo la agricultura. 

Mensajes de los jóvenes rurales 

Los testimonios de los propios participantes dibujan el mapa de esta “macrozona sur” que se abre camino entre el viento, la lluvia y la nieve. Jonathan Landeros, de caleta Tortel (Región de Aysén), se dedica al turismo rural y al trabajo forestal, continuando el legado familiar ligado al envío de madera de ciprés hacia Magallanes. Administra un refugio turístico con trekking, avistamiento de flora, fauna y hongos, y pesca deportiva. “Para mí este encuentro fue una tremenda experiencia. Conocer a otros jóvenes que tienen tanto amor por el campo y por trabajar la tierra. Hacer nuevos lazos nos fortalece y nos ayuda a difundir lo linda que es la vida en el campo”, comentó. 

Desde la comuna de Currante, en la Región de Los Lagos, Oscar Melián puso el acento en el aprendizaje técnico y la identidad compartida. “Lo más valorable ha sido el intercambio de experiencias y conocer cómo están trabajando los jóvenes en Magallanes, su identidad y las características de esta zona. A pesar del viento, el clima y la geografía, están muy entusiasmados por seguir en el campo y continuar el legado de sus padres”, explicó. Y agregó: “Las tres regiones tenemos similitudes en el clima y los rubros. Ver cómo acá enfrentan desafíos como la sequía o el trabajo con el viento nos ayuda a replicar esas soluciones. Ha sido muy enriquecedor en la parte técnica y de innovación”. 

Desde el mundo público, la evaluación también fue categórica. La Seremi de Agricultura de Magallanes subrayó que estos cuatro días demostraron cómo, desde la zona más austral, la experiencia, la tradición y el esfuerzo de los jóvenes pueden irradiar al resto del sur. Conocer de primera fuente la realidad de los jóvenes rurales de Punta Arenas y Puerto Natales —y cómo han desafiado el déficit hídrico para producir hortalizas frescas en un territorio extremo—, recalcó, es clave para fortalecer la transferencia de conocimientos en el marco de las políticas y programas del gobierno, a través del Ministerio de Agricultura y de INDAP, especialmente en las zonas más australes. 

El director regional de INDAP Magallanes, Gabriel Zegers, enfatizó que el encuentro sur austral condensa años de trabajo de las mesas de jóvenes y del propio servicio para tejer redes de cooperación entre quienes están levantando el campo de los próximos treinta años. Señaló que hoy cobra cada vez más fuerza lo que definió como la “autonomía en colaboración” de las organizaciones rurales, y añadió que, como gobierno del Presidente Gabriel Boric, se sienten orgullosos de haber sido un engranaje para que esa articulación sea una realidad. 

Al cierre de la jornada, nadie se fue igual. Los participantes partieron más convencidos de que el vínculo entre las personas y la tierra implica una doble responsabilidad: producir alimentos sanos y, al mismo tiempo, cuidar el entorno que los hace posibles. Desde Magallanes se llevaron algo más que técnicas y experiencias: se llevaron su bandera como símbolo de una identidad rural que hoy entrelaza a Los Lagos, Aysén y la región más austral, y que empieza a reconocerse como una sola macrozona sur decidida a darle futuro a la agricultura.