Como una forma de conocer quiénes son los
primeros inscritos en el Colegio de Periodista de Magallanes, he revisado las actas
desde su fundación en 1972 hasta agosto de 1984. Rápidamente, me doy cuenta de
que casi no hay mujeres. En esos 12 años de historia aparece uno que otro nombre de
alguna de las primeras profesionales del periodismo de esta parte del planeta. Casi
por casualidad, muy entre líneas entre las obras y el quehacer de los hombres del
periodismo de la época.
La sociedad magallánica de fines del siglo XIX y principios del XX era un crisol de
culturas, con una fuerte presencia de inmigrantes europeos y una población local en
desarrollo. En este contexto, los roles de género estaban fuertemente definidos: se
esperaba que las mujeres se dedicaran principalmente al ámbito doméstico, al
cuidado de la familia y a las labores del hogar. Basta con revisar la publicidad de los
diarios locales, para dar cuenta de aquello. Los roles estaban muy estereotipados.
Desde que en 1949 se concedió el derecho a voto a las mujeres para las elecciones
presidenciales en Chile, ellas se atrevieron cada vez más a desempeñar roles
públicos, como el periodismo, enfrentando los mismos grandes desafíos en casi
todos los campos del conocimiento. En esos tiempos, la sociedad chilena no estaba
acostumbrada a verlas en estos roles, y existían prejuicios sobre su capacidad
intelectual y su idoneidad para el trabajo periodístico.
Dentro de las primeras a nivel nacional, es imprescindible mencionar a Lenka
Franulic, considerada la primera mujer del país en desempeñar esta profesión y una
de las fundadoras de la primera escuela de periodismo. María Pilar Larraín, primera
directora de la emblemática revista Ritmo en 1965; y María Romero Cordero,
directora de la revista “Ecran” entre los años 1939 y 1960, considerada como una de
las pioneras en el periodismo cinematográfico, y de espectáculos en Chile y
Latinoamérica.
Por su parte, las primeras mujeres profesionales que incursionaron en el periodismo
magallánico, también debieron superar numerosos obstáculos, como la falta de
oportunidades, la discriminación y la resistencia de sus colegas masculinos. Sin
embargo, su valentía y determinación abrieron el camino para las futuras
generaciones.
Mujeres y el oficio del periodismo
La relación entre la literatura y el oficio del periodismo han marcado la trayectoria de
la profesión. Una investigación sobre escritoras magallánicas, denominada “La Letra
Escondida: mujeres creadoras en los archivos de la sociedad de escritores del
Museo Regional de Magallanes”, de los autores Víctor Hernández y Pía Ríos
Rimenschneider, da cuenta de poetisas que aportaron al desarrollo de los medios de
comunicación a nivel regional.
Una de ellas es Rosa de Amarante, cuyo nombre de pila era Rosa Miranda Tijeras.
Durante la década del ‘20, escribió para el periódico feminista “Nosotras”, que se
editaba en Valparaíso; artículos que hablaban de la emancipación femenina y de la
cuestión social. Trabajó como cajista, encargada de ordenar los tipos en las antiguas
imprentas, en el vespertino “El Magallanes”, siendo redactora del periódico obrero “El
Trabajo” y colaboradora de “Revista Austral”, “Revista Menéndez Behety” y otras
publicaciones.
Igualmente, encontramos a María Magdalena Bargetto Orellana, quien siguió cursos
libres de periodismo en la Universidad de Chile, destacando como crítica y
comentarista de arte, lo que le permitió recorrer numerosos países. Entre los años
‘50 y ‘60, escribió numerosas crónicas que fueron publicadas en los diarios “La
Prensa Austral” y “El Magallanes” de Punta Arenas; y fue cofundadora del diario
cultural “Vértice”, en la ciudad de Concepción.
Las pioneras y profesionales
Es limitada la información específica sobre las primeras mujeres periodistas en
Magallanes. Sus contribuciones no están ampliamente documentadas. Dentro de lo
poco que se conoce de estas pioneras, encontramos en el libro de actas del Consejo
Regional del Colegio de Periodistas de Chile. La primera en ser nombrada, en abril de
1974, es la magallánica Patricia Stambuk Mayorga, solicitando la autorización para
realizar su práctica profesional en este campo de las comunicaciones.
Tras estos primeros pasos, trabajó como periodista en “La Prensa Austral”, “El
Magallanes”, las radios Polar y Constelación, y en la Red Austral de TVN. Además, fue
directora de Radio Presidente Ibáñez, y una de las ocho mujeres que han recibido el
Premio Nacional de Periodismo, desde que fue instaurado en 1954.
Al respecto, Stambuk reflexiona “el espacio para las mujeres periodistas ya estaba
abierto en Chile, con tres o cuatro generaciones de egresadas antes que la mía. La
huella la había iniciado Lenka Franulic en los años 50, justo cuando se funda la
primera escuela de Periodismo en el país, en la Universidad de Chile”.
La también escritora añade que “el reto fue terminar de liberarnos de la limitación de
los temas femeninos que se asignaba a las mujeres en los medios, como una
predestinación natural, y entrar de lleno en cualquier lugar de la agenda, sin
importar si éramos hombres o mujeres. Varias destacadas entrevistadoras políticas
contribuyeron en las décadas del 60 y 70 a reafirmar que las capacidades, los
talentos, no dependían del sexo”.
Explica que, en Magallanes, la labor de las mujeres periodistas a menudo ha pasado
inadvertida, ya que aún no han alcanzado posiciones directivas en los medios ni
instituciones al mismo nivel que los hombres. A pesar de esto, su trabajo es
fundamental para visibilizar la realidad de la región y construir la memoria colectiva.
Las páginas de las actas del Consejo Regional son un tesoro para la investigación del
desarrollo de la profesión con perspectiva de género. Gracias a este registro,
encontramos las figuras de Ana María Podestá, Raquel Azocar, Ana Rosa Vidal, Helga
Villagrán, Purísima López Blanco y Guillermina Galaz Tapia. Solo están sus nombres,
sin descripción de su quehacer y lugar de trabajo. Así, no ha sido fácil escribir este
reportaje, tal como dice Patricia Stambuck, “rescatar y visibilizar la historia de las
mujeres periodistas en Magallanes debe ser como un acto de justicia y
reconocimiento a su contribución a la comunidad, resaltando que su profesión se
caracteriza por la generosidad y el compromiso social”.
Reporteras de la Patagonia
Inés Llambías Wolff ha desarrollado una destacada carrera en medios como “La
Prensa Austral”, “Las Últimas Noticias”, “La Tercera”, los canales 13 y TVN, las radios
Portales, Minería y Cooperativa, además de una importante trayectoria como
comunicadora de la ciencia.
Nos cuenta que llegó a trabajar en 1982 a “La Prensa Austral”, donde se encontró con
Guillermina Galaz. “Con Guillermina éramos las únicas dos periodistas reporteando
en la Patagonia”, destaca al recordar las batallas libradas para ganarse el respeto
como mujeres periodistas, incluso dentro del propio diario. Un ejemplo de esto fue la
pregunta del director de la época, quien asumió que su traslado a Magallanes se
debía a motivos sentimentales y no profesionales. A pesar de sentirse relegada
inicialmente, demostró su capacidad a través de su trabajo y participación en la
sociedad.
En cuanto a los derechos de las mujeres en el periodismo actual, Inés Llambías
considera que no se deben hacer diferencias con los hombres. Aboga por la igualdad
de beneficios y obligaciones, y por la unión de ambos géneros para defender el
ejercicio de la profesión. Expresa su molestia ante la intrusión de profesionales de
otras áreas en el periodismo, como actores haciendo reportajes, y defiende que esta
labor debe ser exclusiva de los periodistas en ejercicio, tanto en Magallanes como en
todo el país.
La resistencia cultural
Elia Simeone Ruiz ha tenido una trayectoria destacada en el periodismo nacional.
Actualmente es jefa de crónica de La Prensa Austral, Past President de la Asociación
Mundial de Mujeres Periodistas y Escritoras; y Directora del Consejo Regional
Magallanes del Colegio de Periodistas de Chile.
Respecto de los desafíos a enfrentar, destaca que “ha sido la resistencia
sociocultural hacia las mujeres, especialmente las profesionales. Al cubrir procesos
electorales y decisiones políticas, me he enfrentado a intereses económicos,
políticos y religiosos. Al no ser complaciente, me han visto como enemiga. Esto
refleja la falta de comprensión del rol de la prensa y la libertad de expresión. En
Magallanes, la misoginia es evidente, manifestándose en amenazas directas. Ser
mujer y madre ha intensificado estas situaciones, mostrando la vulnerabilidad que
enfrentamos en este campo”.
Asimismo, Simeone es crítica respecto a la presencia de la mujer en espacios de
poder. «Aunque se han abierto más espacios para las mujeres en el periodismo
regional, los avances son superficiales. En la toma de decisiones, donde se define
qué temas abordar y a quién consultar, las mujeres aún no tenemos presencia. Esto
limita nuestra capacidad para promover la inclusión, la equidad y la paridad. Sin
embargo, no debemos desanimarnos. Las escuelas de periodismo tienen un papel
crucial en formar profesionales con conciencia social y comprensión del rol del
periodismo en la sociedad. Debemos seguir trabajando para lograr un cambio
cultural profundo”, concluye.
La historia del periodismo en Magallanes, como en tantos otros lugares, ha sido
escrita predominantemente por hombres. Sin embargo, tras las sombras, mujeres
valientes y talentosas han dejado una huella imborrable. Su lucha por la igualdad y la
justicia, han sido pilares fundamentales en la construcción de la memoria colectiva
de esta región. A pesar de los avances, los desafíos persisten. La resistencia cultural,
la misoginia y la falta de representación en espacios de poder siguen siendo
obstáculos que debemos superar como sociedad. Las escuelas de periodismo tienen
un papel crucial en la formación de profesionales con conciencia social, y debemos
seguir trabajando para lograr un cambio cultural profundo.
Por eso, en este Día Internacional de la Mujer, honramos a las pioneras que abrieron
el camino y reafirmamos nuestro compromiso de construir un periodismo más
inclusivo, equitativo y justo.
Por Loreto Medina Muñoz
Periodista
Circulo de Periodistas Antonio Pigafetta