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A CINCO AÑOS DE LA PARTIDA DE VÍCTOR ALARCÓN DÍAZ.

El 30 de septiembre de 2018 el ámbito cultural de Chile se sorprende con la muerte del Maestro Víctor Alarcón Díaz. Integrante del conjunto Patagonia 4, Ciudadano Destacado de Punta Arenas 2011, su educación básica la realizó en Cullen y Cerro Sombrero, la media en Don Bosco y Liceo Industrial.
Tenor lírico, director de coro y orquesta, académico y educador, Víctor Alarcón Díaz es reconocido como el último gran eslabón en la cadena de la tradición de la música coral en Chile. Formador de diversas agrupaciones, como el Coro de Estudiantes de la Universidad Católica en los años ’80 o el Coro Bellas Artes en los ’90, amplió su rango como formador al asumir la dirección del Coro Crecer Cantando en 1992, programa que al alero del Teatro Municipal de Santiago lo llevó a recorrer el país instruyendo profesores. Alarcón dirigió, además el elenco titular de ese programa y creó en la UC el ensamble vocal e instrumental Concerto Vocale, con el que incursionó en un amplio y arriesgado rango del repertorio docto, desde la música antigua y barroca hasta la música contemporánea.

Oriundo de Punta Arenas, nacido el 30 de noviembre de 1958, se formó en el Conservatorio Nacional de la Universidad de Chile y se licenció en Música en la Pontificia Universidad Católica. Profesor de esta última casa de estudios, fundó el conjunto musical de neofolclore “Patagonia Cuatro”, el Coro Bellas Artes, el Coro de Estudiantes y el Ensamble Vocal e Instrumental Concerto Vocale, agrupación con la que había comenzado uno de sus grandes proyectos, consistente en interpretar las 209 cantatas de Bach, por primera vez en Latinoamérica.

La página de la Universidad Católica de Chile Resonancias: Revista de investigación musical dice: «…Era sorprendente escucharlo enumerar (siempre accidentalmente) a los notables que alguna vez cantaron bajo su dirección. La lista incluye personas de todos los sectores sociales e ideológicos, desde políticos hasta profesionales de lo más disimiles, músicos clásicos y populares. Él encarnaba ese canto que aparecía para cohesionar, para juntar, para sumar, para construir. Nunca dejó de aprender ni de instruirse, tenía la curiosidad de un niño travieso. Muchas cosas lo obnubilaban, el cine (alguna vez regentó una sala de cine en su juventud), el teatro (con mucho orgullo contaba su participación en El círculo de tiza caucasiano de Bertolt Brecht), las artes plásticas y, muy especialmente, la poesía. “Cuando solo podamos ver con el pensamiento, la cruz del sur señalará el camino del Estrecho”, escribió Rolando Cárdenas. Esa riqueza la llevaba consigo el músico, por eso hacía interpretar a Víctor Jara o Violeta Parra (en los maravillosos arreglos de William Child que tanto le gustaban), pero también a Penderecki, Pärt, Rihm y ese Bach transformado en eterno compañero de viaje. Sibarita a todo nivel. Sé que a su memoria no le faltará la generosidad de aquellos que como yo lo conocieron y lo admiraron. Aún queda mucho por cantar en honor y en memoria de Víctor Alarcón.»

Por parte, el compositor y director Carlos Zamora Pérez escribió en Revista Musical Chilena: «…En 1987 se realizó en Santiago un festival de coros universitarios. Yo asistí como integrante del Coro de Cámara de la Universidad de Concepción. Coro tras coro aparecimos en los conciertos hasta que de repente le toca el turno al coro de estudiantes de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC). Un coro desarmado en su aspecto, sin uniforme y dirigidos por un tipo loco vistiendo camisa y pantalones de mezclilla. Se paseó desde la polifonía renacentista hasta un par de obras modernas pasando por Víctor Jara. El tipo loco era Víctor Alarcón.
Por esos años las protestas contra la dictadura de Pinochet eran cada vez más frecuentes, y por cierto las había en las cercanías al Campus Oriente de la PUC. Este coro loco, liderado por Vicho (como le decían a Víctor) aparecía entre las bombas lacrimógenas a cantar, a interrumpir con el canto coral las batallas entre compatriotas y a hacer protesta contra la dictadura de otra forma.»

Continúa Carlos Zamora: «Su labor de director no solo la realizó con los niños, niñas o adultos jóvenes, es así que durante años dirigió un coro de adultos mayores, y tal como casi siempre con sus coros, realizó una gira con ellos, llegando a cantar ante el Papa en la Capilla Sixtina en Roma. Giras muchas y como he dicho, centenares de miles de cantantes de coro pasaron por su batuta. Batuta que no siendo brillante, suplía sus falencias con una musicalidad natural y una pasión por lo que hacía que lograba sobrepasar cualquier cosa.
Alguna vez, luego de golpearse en la cabeza con el diapasón para encontrar la nota -como era su estilo para no siempre encontrar la nota-cantamos en un homenaje a Atahualpa Yupanqui en París. Luego de nuestra presentación y totalmente fuera de programa, Víctor tomó una guitarra y cantó algunas zambas (fueron más de dos). Según él, lo que mejor sabía hacer era cantar zambas. Si bien es cierto que cantaba zambas de la mejor manera, no es menos cierto que en realidad lo que mejor sabía hacer era hacer cantar a la gente.

Imagen: Héctor Patricio Gueichatureo Cuyul
Foto: Patricio Gueichatureo Cuyul.

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