Con una matrícula que en su mayoría busca terminar su enseñanza media, pero también con casos de personas analfabetas, trabajan actualmente en el Colegio Andino que imparte educación para adultos en contexto de encierro.
El establecimiento funciona al interior del Complejo Penitenciario de Punta Arenas y depende del Servicio Local de Educación Pública. Atiende en sus aulas a 66 estudiantes con un plantel conformado por 14 educadores, la mayoría mujeres.
La normativa indica que sólo pueden acceder a la matrícula internos que ya recibieron condena, aunque hay alternativas para personas privadas de libertad en otras condiciones que deben ser autorizadas por un juez.
Al igual que en otros recintos educativos, las clases se distribuyen en bloques de mañana y tarde, con evaluaciones periódicas y contenidos mínimos obligatorios definidos por el Ministerio de Educación.
Fuimos testigos de una actividad pedagógica orientada a la convivencia escolar en la que participaron cerca de 50 alumnos, bajo la guía del profesor Patricio Contreras. A partir de la exhibición de un fragmento de la película La Misión, de 1986, se desplegaron preguntas y actividades en torno a la redención y las experiencias de cada interno.
El docente Patricio Contreras explicó que “tratamos de reflexionar en torno a cómo incorporan en sus vidas este concepto, incorporamos palabras nuevas como parte del desarrollo de habilidades de lecto escritura y socializamos con un trabajo grupal para llegar a acuerdos en ideas comunes”.
Con 17 años de experiencia en el Colegio Andino, el educador opina que en sus aulas y pese al contexto de encierro «se evidencia la libertad, porque hay ganas de aprender y de ser distintos en un ambiente muy grato”.
La profesora de inglés Ximena Montenegro ya completó 12 años en el Colegio Andino. Ella opina que se trata de una experiencia “muy valiosa porque, si bien el ambiente puede ser un poco difícil, resulta muy gratificante cuando vemos logros en ellos, especialmente en mi asignatura”.