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LECCIONES DE ARGENTINA por ERNESTO SEPULVEDA

Amigos y amigas, la semana que pasó, quedó marcada por los resultados de las primarias presidenciales en Argentina. El presidente Macri, candidato a la re elección, representando a la derecha, se medía con una dupla integrada por Alberto Fernández ex ministro de estado, y la ex presidenta Cristina Fernández. La famosa señora K.

En una campaña furibunda el gobierno trató de demoler pieza por pieza el entramado de poder, amasado por décadas de gobiernos peronistas. Con grandes y mediáticas investigaciones a miembros de la familia Kirchner, y miembros de su gabinete, por bullados casos de corrupción. Las elecciones primarias fueron, como era de esperar, una evaluación a la marca económica de la que fuera una de las mas importantes potencias de América del Sur.

Argentina vive con la recesión a la vuelta de la esquina, la inflación disparada, y permanente riesgo de default, ante las leoninas condiciones fijadas por el FMI. Entre los requisitos para aprobar el último “salvataje”, mediante multimillonarios créditos, es aplicar ajuste severo en las cuentas fiscales, reducción del gasto y del aparato público. En alguna medida el presidente Macri, intentó cumplir estas condiciones, pero los resultados no le acompañaron.

No sólo el desempleo ha aumentado en estos 4 años de Macri, las imágenes de personas en la absoluta pobreza, extrayendo cosas de la basura, se han hecho frecuentes. La población argentina acostumbrada a un buen pasar, o aun pasar tranquilo, está sumida en las deudas, vendiendo bienes para poder sobrevivir.

Varios analistas explicaron la diferencia de más de 15 puntos entre Alberto Fernández el candidato a presidente de la alianza peronista, y el presidente Macri, con una errada estrategia del gobierno, donde se trató de radicalizar el enfrentamiento ideológico con el peronismo. Pero no se puede hacer filosofía con la panza vacía.

Después de las primarias, vino la debacle de la bolsa de valores argentina, con una caída histórica. Sumada a la caída de los ADR de las empresas argentinas que se tranzan en la bolsa de Nueva York. El dólar disparado, los capitales huyendo al exterior. Una pésima noticia para los  trabajadores argentinos, pero también para los trabajadores chilenos.

En este escenario de virtual catástrofe, lamentablemente, pudo más el ideologismo del presidente Macri, que el deseo de dar tranquilidad al mercado. La misma noche de la primaria, salió a culpar a los electores, e incluso a responsabilizar de los resultados económicos, al futuro gobierno. Anticipando de algún modo, una eventual triunfo peronista en octubre.

Al día siguiente tuvo que salir a rectificar, atribuyendo sus palabras al cansancio, por no haber dormido, y a su sentimiento por la derrota.

A los pocos días, lanza un plan de gasto social, congelando precios, repartiendo bonos, con miras a recuperar apoyo popular. Un giro en 180 grados en la política económica que siguió estos 4 años. Las formulas que se criticaron acidamente al peronismo, se volvieron a aplicar, y con un plazo claro y evidente, rigen hasta el mes siguiente a las elecciones presidenciales.

Hay muchas lecciones para Chile en estos eventos. También acá se ha diseñado una estrategia de demolición de la obra de los gobiernos anteriores de centro izquierda. También acá se hizo campaña presidencial, y antes de eso, se hizo oposición política, criticando el manejo económico del gobierno de la presidenta Bachelet. Se debilitó la confianza en la marcha de la economía, se inventó el mote de “Chilezuela”. Se prometió el oro y el moro.

Y al igual que en Argentina, ni en  crecimiento económico, ni en desempleo, el gobierno ha tenido  el resultado esperado.

Es motivo para contentarse? Nadie ni por fanático que sea, debiera alegrarse porque los resultados económicos son malos. Cuando se pierden empleos, el tejido social se resiente, se afecta a la pequeña economía, la economía doméstica. La del barrio, la del pequeño comercio. Y cuando los resultados son deplorables como en el caso argentino, hasta sus vecinos de la Patagonia lo sentimos.

Ya no vemos los tour de compras de nuestros hermanos del otro lado del alambre. La baja de ventas en zona franca y en el Mall de Punta Arenas, son innegables, y producen perdidas concretas y palpables. Ni siquiera hay que ir a la bolsa, para comprobarlo.

Lamentamos mucho la situación argentina. Y discrepamos con fuerza, de quienes usan el hambre o la cesantía como argumentos de campaña, sea en un sentido o en el otro. Nadie tiene clavada la rueda de la economía, y el éxito de las comunidades y de los países, pasa por entender que nos necesitamos todos.

No sólo el capital interesa para mover la economía, quienes creen que por la sola llegada de capitales, a economía comienza a repuntar, olvidan que esta no es una ciencia exacta. Está influida fuertemente por percepciones, por visiones subjetivas, por opiniones. Y si estas percepciones y visiones subjetivas, son manipuladas por discursos populistas, por discursos falaces y por fake news, da lo mismo quien gane las elecciones. Recuperar la confianza de los actores sociales  económicos, lleva más de un período presidencial.

No somos peronistas, sino críticos de su conducción política y económica. No es extrapolable a Chile el fenómeno del peronismo. Pero si los hermanos argentinos optan por ese camino, tienen y tendrán en Chile, el apoyo que corresponda, para que retomen la senda del progreso social y económico.

Nosotros tenemos un gran desafío. Sin unidad no hay alternativa posible a la derecha. Sin racionalidad política y económica, no hay alternativa posible para el desarrollo de Chile.

Y el desarrollo de Chile, es una tarea y una misión de todos, no sólo del gobierno de turno.

Amigas y amigos, soy Ernesto Sepúlveda, deseando que Argentina deje atrás la polarización y retome los caminos del encuentro.

Punta Arenas, lunes 19 de agosto 2019.-